03 junio, 2006

De plataformas adolescentes a tacones de aguja de la madurez

Hay dos tipos de personas: las que finalizan una etapa… y las que todavía están en ella. Yo me encuentro en la primera, de nuevo. Pongo punto, pero seguido, a los cinco años más importantes de mi vida. Cinco años llenos de emociones, conocimientos y experiencias. Muchos pares de zapatos juntos, revueltos y alguno que otro desparejado…

Ahora que se acerca un punto de inflexión, un cambio, es bueno mirar atrás. Hacer un recorrido con la memoria, revivir las experiencias, un recuento de lo que uno se lleva y se deja por el camino. Para ello, qué mejor que subirme a mis nuevos tacones, altos, cómodos y bien agarrados a los tobillos. Son vaqueros… para lo que venga. Pero eso es ya otro tema.

Por esta etapa han pasado zapatos tolerantes, divertidos, dulces y otros de saldos, que no produjeron más que durezas. En este mercado de la vida, uno aprende a escoger lo que quiere, dónde comprar y lo que no resulta rentable. Me fui de compras por España, desde el embrujo (y las tapas) de la Alhambra hasta los archipiélagos. Las zapatillas mallorquinas no me convencieron y crucé el charco. Allí me compré un poncho de potrillo con sus mocasines a juego, de esa calidad que dura una vida. Aprendí el significado de tolerancia, diferencia y… amor. Me pasé de las plataformas de la adolescencia a los vertiginosos tacones de aguja de la madurez. Tuve que aprender a caminar con equilibrio.

Y en ese equilibro me encuentro. Los grandes amores, las grandes ilusiones de las etapas que acaban. Cambios en la vida y en mis pies (he conseguido evitar los temidos juanetes) que permanecen en la memoria para siempre. Mi mente se abrió a otras regiones, culturas y zonas de compras donde conseguir nuevas adquisiciones (de zapatos, se entiende). En esa memoria también estarán todos los pares que la acompañaron por el camino: nacionales e internacionales, como Manolo Blanik o Jimmy Choo. Los que se rompieron por el uso y los que todavía siguen. Faltan muchos por llegar, nuevos que gastar, pero ninguno tendrá ya las mismas ilusiones, inocencia y ganas de antaño.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Aunque formamos solo una pequeña parte de esta etapa que estás terminando en estos meses, quiero decirte que aprecio mucho tu amistad y espero que no te olvides de nosotros cuando te marches!
El estar (muy) lejos de mi pais, de mi casa, de mi familia y amigos me hace sentir como que pierdo ese equilibrio que habia conseguido (y que tu mencionas), pero estoy agradecido de saber que tengo hombros en que apoyarme para no caer... espero que sepas que cuentas con mi apoyo por si algun dia necesitas un soporte para no tropezar.
saludos!
Y te cuento que he puesto un link en mi blog para el tuyo, asi que quizá empieces a recibir visitas latinoamericanas ;)

Anónimo dijo...

Al final me decido a escribir....
Sinceramente, tienes madera eh!, no se si es que los zapatos te vuelven tan loquisima que lo puedes relacionar con todo, o que estamos ante una periodista con futuro (lo segundo no? ;))

Yo aporto mi granito, y digo que las etapas pasan, a veces son mejores, otras veces peores, pero nunca hay que olvidarse de aprender de ellas. Yo soy de las que piensa que somos como burros, y que solo aprendemos lo importante a base de palos... Las buenas etapas están para disfrutar plenamente, las malas están para aprender a disfrutar las siguientes! No lo olvides!

Y ya me pongo sentimental pensando en la que se cierra para mí, osea que antes de aburrir al personal con mis lamentos... Mis sinceras ennhorabuenas a la señorita por el blog

Anónimo dijo...

Hola Nadia!!
Bueno, que te puedo decir de este árticulo... De nuevo... qué buena metáfora vuelves a hacer con tus "loquísimos" zapatos!!
Han sido 5 años!! Aún me acuerdo de esa boda en novatadas... jajaja. Y bueno, aunque hemos sido vecinoc muchos años, quizás ha sido este año cuando más trato hemos tenido, a partir de cierta boda, es decir, de cierta moña que te pillaste!! jeje. Lo dicho, mucha suerte en esta nueva etapa. Y como decimos los que nos vamos... siempre nos quedará la FAM!
Un besote.

Anónimo dijo...

Tengo un fetiche raro, ver un par de buenas piernas con unas sandalias abiertas, y clavando agujas a las piernas como si fueran globos a punto de explotar, que alguien me diga si es extraño o no...