23 diciembre, 2006

Peep toes, fiestas de Navidad y aeropuertos

Como saben, hay dos tipos de personas y una de ellas son las que vuelven a casa por Navidad. Esa soy yo. Como el turrón, la Lotería (no hubo suerte tampoco este año) y el estrés navideño, vuelvo a casa un diciembre más.

Me da pereza hacer la maleta. Necesito más espacio para meter todos los pares posibles: optimizar al 100%. Ya se sabe que son jornadas de mucha actividad: que si un zapato para el día, que si otro para la noche, para las fiestas, para las cenas, para ir de compras, para tomar un café, para la lluvia, para caminar acompañada de otro… Esto me recuerda que tengo que hacer esa típica y tópica lista de deseos y propósitos para el año que empieza… ¿Por dónde debería comenzar?

El avión es el medio que me separa de mis dos ciudades. Es el medio del rencuentro por Navidad. La ocasión lo requiere, así que también necesito glamour aéreo. Tacones con aire nostálgico que emulan aquellas películas en blanco y negro de los años 50: gabardinas, música de fondo, pistas de aterrizaje y despedidas. Pasear con estilo, por la Terminal, esa maleta infinita, sin fondo; oculta tras unas gafas negras que tapan recuerdos, experiencias e historias que 2006 deja atrás. Miro de reojo… 600 kilómetros de distancia y una oportunidad más para un nuevo punto de partida.

No se puede terminar el año sin haber felicitado a los compañeros de trabajo, de todos los días, los examinadores de mis pies. Música, baile y alguna que otra copa para danzar como una peonza durante varias horas. Modelitos en los pies. Intento recordar el ranking pero no recuerdo mucho, así que eso me lleva a la conclusión de que hay poco que contar. ¿Mi elección? Peep toes negros con medias caladas del mismo color… Como una muñequita de porcelana pero con un metacarpiano que se recupera del gran pisotón que, como la Lotería, vuelve también por estas fechas.

Se acerca la última noche del año. Otra vez me he propuesto no arruinarla con tacones maravillosamente imposibles. A poco más de una semana, todavía no he hecho la elección… y deberían estar incluidos en mi maleta sin fondo. Navidad es sinónimo de fiesta y una de las mejores épocas para recrearse en los escaparates de millones de tiendas en España. Sandalias de raso, strass, lentejuelas; salones de punta redonda, de la otra… bailarinas con lazo, sin lazo… ¿Con qué me quedo? Mientras me decido entre mostradores de facturación y puertas de embarque, practicaré con esos tacones imposibles, todavía sin estrenar; pensaré mis propósitos para el año que empieza y buscaré al Señor del Antifaz, que, en sus brazos, evite que mis pies pisen los charcos de la nueva etapa que espero que empiece.

09 diciembre, 2006

El universo de los zapatos... se extiende


Hay dos tipos de personas: (...)

Desde las pasiones de punto y seguido, me he reencontrado con el mundo de los zapatos... y las compras. Una ruina. Ni finiquitos, ni nóminas, ni pagas extra de Navidad.
He vuelto a caer. Lo confieso. Tarde de compras y, en tan sólo una hora, mi cartera se resiente por tres pares de zapatos. Eso sí, lo último de lo último... en tan sólo 60 minutos!!!!!! Las primeras en caer: unas deportivas doradas, último grito para ir acorde al momento "glam" ochentero del otoño; unas bailarinas efecto cebra (porque el leopardo es sólo para horteras) y unos tacones "divina de la muerte", que todavía mis pies no han estrenado. No sólo por falta de ocasión (atención a los interesados porque recupero mi vida nocturna) sino porque todavía el pasillo de mi casa no es lo suficientemente largo para practicar y practicar... y no morir en el intento.

A pesar de mi ausencia en este breve tiempo, he mantenido mis contactos fetichistas con el mundo de dentro y fuera de los zapatos. Pude pasar una tarde loca (otra más) con amigas recorriendo Serrano, calle arriba, calle abajo, soñando despiertas con pasearnos sobre las reliquias de Manolo y Jimmy. Lo cierto es que llegamos a la conclusión de que nuestras vidas sociales no son, por el momento, lo suficientemente fashion como para tener ocasión de lucirlos. Con mi escasa buena suerte o, más bien, la buena suerte de mis pies, no me arriesgo a que un pisotón arruinen más de 600 euros hipotecados en un sueño.
Siguiendo con el tema de mis contactos, no más lejos de los profesionales, poco a poco aparecen colaboradores que atisban rasgos fetichistas, aunque ellos lo disimulen. A mi correo llegan noticias sobre calzado, modas y estadísticas ("La mujer española pisa fuerte en el mundo del calzado"; eso ya lo sabíamos) y cada mañana las cubiertas de mis pies pasan examen en la mesa de al lado.
Mis experiencias blogueras también volvieron a la Universidad, de donde salieron, aunque fueron sólo de visita. Tendrán que volver, así que iré pensando qué modelito lucirán "izquierdo" y "derecho" para que una mirada, la mirada, se vuelva en ellos y pregunte de nuevo si cuentan historias de verdad o de ficción.

Dejando a un lado las compras compulsivas y las conversaciones fetichistas, llega la Navidad. Sí, para bien o para mal, está ya a la vuelta de la esquina y, sin haberme recuperado de las adquisiciones otoñales, llegan las invernales. Lucho con todas mis fuerzas para no caer. Una especie de David contra Goliat. Últimamente me inclino por modelitos a lo "Austin Power", ponibles gracias al invento de los legguins. Tras disimular las piernas (que son otra historia), me veo sin zapatos. ¿Yo? ¿Sin tener qué ponerme en los pies? Busco en el armario para ver que encuentro... y recupero una especie de bailarinas de punta, que no controlo muy bien por mis andares de pato. Así que, cuando mi bolsillo se recupere tras un finiquito simbólico, ya le tengo echado el ojo al siguiente par. Tomo nota y apunto para mi carta de Reyes Magos unos salones negros, marrones u oro viejo, la decisión la dejo en manos de Sus Majestades. Eso sí, que no se olviden de los modelos con mucho tacón pero con el que no necesite practicar en el pasillo-pasarela de mi casa.

Los fetichistas de los zapatos como yo son internacionales. Así que aprovecho a dar las gracias a todos aquellos blogueros que visitan y escriben en esta página. Aunque espero veros antes, que la salida y entrada de año sea... con buen pie (y zapato)