19 marzo, 2007

Tarde en Urgencias

Tanto sarao y movimiento en el cuerpo… me ha llevado al reposo y a las zapatillas de andar por casa. Mis vaquitas lecheras made in Holanda me abrigan los pies en vísperas de primavera.

Tarde de domingo en Urgencias. Ni George Clooney ni el Doctor Sheppar (bombón dónde los haya) a la vista; quizás porque me encontraba en traumatología y las especialidades de estos pseudo-doctores son otras… Para la pediatría se me ha pasado el arroz y la neurocirugía espero que esté lejos!!!

La sala de espera es lugar ideal para aburrirse y observar la indumentaria de los convalecientes como yo, pero no pude. Mi lesión en el trapecio me lo impidió. Sí, ese músculo próximo al cuello al que debemos el nombre por los trapecistas que lo desarrollan de manera extraordinaria; o, por lo menos, esa fue la explicación que me dio el simpático doctor que tenía un sexapple lejos de los atractivos médicos televisivos.

Esa mañana, mi cuello se había levantado rígido como una tabla con una inclinación progresiva hacia la izquierda e imposible hacia abajo, así que mis intentos para observar qué se caminaba por los suelos fueron en vano.

El resultado: semana de reposo sin ningún tipo de ejercicio físico, algo que no me costará gran trabajo… y con calzado lo más cerca del suelo. Sacaré del baúl manoletinas, merceditas y zapatos que mimen mis pies y espalda. Todo sea por la salud y por las próximas fiestas de aguja e hilo de oro que me esperan.

13 marzo, 2007

Cambio de registro. Me voy a fútbol

Tarde de fútbol. Por un par de horas cambié mi pasión por los zapatos, por la pasión de 22 jugadores en pantalón corto corriendo detrás de un balón. Por mucho que quisiera, sabía que no podía llevar mis zapatos de tacón al campo de fútbol, así que me puse a pensar cuál era el modelito adecuado a llevar. Para no fallar: la opción perfecta, unos vaqueros pitillo con toque fashion en los pies. Le sumé mis deportivas doradas.

El calor comenzaba a asomar en la tarde de Madrid, así que dejé para la temporada que viene mi bufanda deportiva. Era mi estreno en un estadio y tenía que ir preparada, como no, radio en mano. Y menos mal. Porque si no fuera por las ondas radiofónicas, los pitos del árbitro hubieran sido para mí la sintonía de una samba en carnaval.
De repente me encontré sentada en la grada rodeada de un griterío de hombres enloquecidos… por otros hombres!!!! Observé a mi alrededor, intentando localizar a alguna mujer con quien cambiar impresiones futbolísticas pero, a pesar de que el fútbol ya no es sólo cosa de hombres, ellas estaban dispersas por la tribuna y muy concentradas en el partido. Algo que yo no lograba.

Gol!!!!!! Gol del equipo local. En ese momento agradecí la ausencia de los tacones para no rodar escaleras abajo con la locura transitoria del público saltando para celebrar el tanto. 90 minutos de pasión, emoción y deporte. Final del partido.

Me levanté de mi asiento y me puse a pensar en cómo salir de aquel lugar llamado estadio. Escaleras (imposibles) abajo y todavía arrastrada por la emoción contagiada del partido, los destellos dorados de mi indumentaria me hicieron visible al comentarista deportivo, que casualmente me había narrado el partido mientras yo lo vivía en el campo. Me llevó hacia la salida… pero la de los jugadores recién duchados. ¡¿Qué emoción?! ¿Ver de cerca a esos hombres en perfectas condiciones físicas pero para mí totalmente anónimos?
En la sala donde se encontraban había muchos periodistas en masculino que con sus miradas me preguntaban de dónde había salido. De repente, apareció por medio una reportera intrépida de televisión que me repasó de arriba abajo. Yo me vengué haciendo lo mismo y descubrí que llevaba tacones!!! ¿Cómo era posible? ¿Sería de las que llevan el recambio en el bolso?

Lo tengo claro: si la reportera puede, yo también. Mi próximo partido lo sobreviviré en una de esas salas VIP , con los zapatos que me dé la gana y con el narrador radiofónico a mi vera para que me enseñe a identificar a los futbolistas guapetones de los que sólo pude entender su guiño de ojos.

04 marzo, 2007

Fetichismo en los pies. Un año después

… Al final, una acabó hibernando metida en un zapato. Tiempo después de mi última aventura navideña (dónde quedó), se cumple un año de la puesta en escena de “Fetichismo en los pies”, que no POR los pies, esas “cosas” que tanta grima me dan. 365 días repasando las cubiertas de los pies de media ciudad… y parte del extranjero porque, en este tiempo, he hablado varios idiomas, visitado distintas ciudades y vivido el día y la noche. “Fetichismo en los pies”, con sus visitantes, también se ha vuelto internacional.

Pero siguen las historias. Pasé el trance de las “rebajas”. No lo resistí y a golpe de tarjeta me fundí medio sueldo gracias a mi mala fortuna de tener atracción para los únicos pares no rebajados de toda la tienda. ¿Qué hacer ante la novedad? ¿Conseguiré resistirme algún día a la tentación? O mejor dicho, ¿querré parar de comprar alguna vez? Creo que no.

Dos meses hibernando para no caer en la tentación. Y es que al mínimo rayito del sol primaveral, los escaparates se llenan de colores y vuelven a décadas pasadas. ¿Qué tocará en este nuevo equinoccio?

¡Dios mío! ¡Qué ven mis ojos! Si todavía camino en la cuerda floja con mis tacones de aguja imposible, ¿qué voy a hacer con las megaplataformas primaverales?, ¿dónde me las pongo? ¿Podré sobrevivir al nuevo estilo semi drag queen? Pasen y vean porque esta opción está por todos lados y nadie se escapa. ¡Sube la falda! ¡Ponte unos leggins! ¡Y móntate en cualquier zapato de tacón con cuña delante! Un plus a los centímetros para recorrer el asfalto casi por las nubes… ¿Lo conseguiré esta vez?

Mes de marzo… Mes peligroso para mi bolsillo. Es hora de ver, no sólo lo que se ha apolillado en el armario, sino, y lo que es mucho peor, ver lo que me cabe de la temporada anterior. No sé si optaré por la opción de borrón y cuenta nueva; al fin y al cabo, es otra manera de renovarse con estampados geométricos y vestidos vintage, que tanto valen para ir a trabajar o para perderse de noche. El único secreto es escoger las piezas correctas para correr hacia el metro a las 8 de la mañana o para deslizarse en la pista de baile… por fin bien acompañada.


P.D.: Ya tengo preparado mi look glam y mi vuelta a los tacones para lo que se avecina… (continuará)