La vida está llena de casualidades… o eso queremos pensar cuando vivimos situaciones sorprendentes. ¿Será voluntad del destino o simplemente el cruce de dos rectas perpendiculares que sólo coincidirán en ese punto de la vida?
Un nuevo sarao llamó a mi puerta, otra ocasión perfecta para seguir componiendo
¿Cómo prepararme para un doble evento? Saque del armario otras nuevas adquisiciones para mis pies, peep toes pata de gallo, y empecé a pensar qué combinar a partir de ahí. Los diseñadores han conspirado este verano contra todo aquello lejos de la talla 34 y de unas piernas largas y sin ningún tipo de curva, así que fui a lo seguro y permitido por mi sentido común. Negro por abajo y blanco por arriba. Algo así como “arreglao pero informal”. Perfecto.
La promoción previa de los encuentros fue intensiva. La tecnología del sms hizo crear expectativas con cierto grado de incredulidad y, por otro lado, los amigos, aquellos que realmente lo son, hacen lo posible para que el paseo comenzado hace un tiempo sea de lo más apetecible. La cita a ciegas fue realmente divertida. Nos encontramos rodeados de pseudo Farruquitos, Rafaelas Carrás, algún travesti que finalmente no lo era, y una zona VIP, convertida en Vips.
Después de vivir paralelamente sendos reencuentros, uno con su música y otro con sus amigos, las tangentes nos cruzamos, nos miramos, nos reencontramos. Prometimos uno más. Pero al final los ritmos diferentes resultaron ser más de lo mismo y el cruce de las rectas no fue más que una casualidad que la vida te pone por delante. Humo de neón. Etéreo y efímero, como un pestañeo, una onda radiofónica. Una canción más para la banda sonora de mi nueva vida que acaba de empezar.