15 octubre, 2007

Chapines rojo escarlata

El otoño puede llegar a nuestras vidas de manera muy diferente. Cambio de estación, nuevo curso, septiembre, un octubre más… todo igual o todo distinto. A mi vida ha llegado gris, no sólo por la gripe (…) Así que ¿qué mejor que cubrir la tristeza de rojo escarlata?

El abatimiento del otoño no evita dejarme caer en la tentación de unos zapatos rojos. Inéditos en mi armario, por cierto. Experimento las sensaciones de caminar con ellos en el probador antes de decidirme a pasar la VISA, ya que estudiosos del psicoanálisis dicen que el rojo en los zapatos de las mujeres se cubre de “significados fascinantes”. Acepto el reto.

Como los zapatos de Judy Garland que simbolizaban el poder en su dueña, los míos en cambio me convierten en la Mujer Escarlata con la letra delante. Freud, el primero en notar la simbología erótica del calzado, relacionaba los zapatos con el deseo sexual así que esto me lleva a pensar cuándo necesitaré que esta pasión se convierta en amor. Que sus llamadas nocturnas se conviertan en diurnas. No esperar a que sea mañana para saber si me besó y que las sonrisas y miradas furtivas entre las ondas hertzianas nos lleven a decirnos cosas sin estar callados… ¡Qué ingenuidad!

La realidad es que todavía no he estrenado mis chapines rojo escarlata. Quizás lo haga un día gris para que por sí solos pongan la nota de color, que me lleven como a Judy Garland por el camino de baldosas amarillas o por el plató de televisión que próximamente me espera…