28 septiembre, 2008

Los zapatos de las mil y una noches

Las vacaciones cambiaron mi registro. Un nuevo continente, un país que me transportó a siglos atrás y a una cultura totalmente diferente…

Los recién estrenados tacones de altura dejaron paso a los caftanes y babuchas que recorrieron las calles de Marrakech envueltas en aromas de especias; y mercados, como el de Fez, sacados del cuento de Aladino.

Aunque no hubo lámpara mágica ni Genio genial, al fin y al cabo mi deseo ya se había cumplido; los calores del desierto envolvieron un merecido descanso en jaimas y hoteles sin encanto pero con todo el sabor de un buen té a la menta.

Los escenarios de las historias de Alí Babá y los 40 Ladrones ya no sólo estarán en los libros.

Los cuentos de Las Mil y una noches han conmutado mi pena, como la de Scherezade, de morir de tristeza aquella mañana de enero.

Mil y una noches que compartir de nuevo o a partir de ahora. En colectivo… desde la Luna; o en pareja… también desde ella.

08 septiembre, 2008

Los tacones más altos de mi vida

Tras dos meses de pleno maratón, la frenada ha sido en seco para un punto y a parte.

Ha sido un verano sin rebajas, sin concesiones, pero lleno de emociones. El vértigo inicial, el miedo a caminar subida a unos zapatos que pensaba que me quedaban grandes se esfumó por el arropo de compañeros de viaje. Compañeros anónimos, y no tanto, que me animaron a subirme a los tacones más altos, más bonitos y más fashion… que había llevado en mi vida.

Me di cuenta de que en mi viaje hacia la Luna despegué sola, descalza, pero regresé a tierra muy bien acompañada. Se montaron en mi nave zapatos de todas las formas y colores, que guardan tras de sí muchas más historias que las que se pueden escuchar en apenas cinco minutos; y un inesperado par musical que ha querido pilotar conmigo la máquina. Una máquina que ha parado el tiempo durante ocho semanas y que me ha permitido ver el mundo desde otra perspectiva: con los pies en la tierra, pero con la cabeza y los sueños puestos en el satélite lunar.


El viaje ha llegado a su fin. Después de este punto de reflexión y oxígeno, encerrada en una pompa de jabón; todo seguirá igual y a la vez diferente. Guardaré los altos tacones para empezar un curso más, una Luna más… Será una etapa que me empuja a aires nuevos, con zapatos nuevos y un baúl mayor para dar cabida a los compañeros de viaje del que ya es el verano de mi vida.