18 febrero, 2008

Fiesta de Solteros

Lo confieso, lo he hecho… ¡¡He ido a una fiesta de solteros!!! Las razones que me han llevado a caer en ella todavía no las sé… Sigo pensando...

Está claro que una tiene que ir a esta clase de eventos con la mejor de las sonrisas y no precisamente para mostrarla en esa especie de escaparate de carne en el que se convierte el evento. La risa, y una sonrisa, es la mejor arma para ganar una batalla. Para la guerra, ya se me ocurrirán otras.

Aunque la fiesta fue divertida, ese no fue su adjetivo calificativo. ¡Viva el surrealismo!!! ¿La soledad acompaña tanto a las personas? Hombres y mujeres con ganas de conocer a otros hombres y mujeres sin razón de por medio. Música, copas, juegos de los que confieso que no salí mal parada… La sonrisa funcionó y sin ir vestida de leopardo de los pies a la cabeza, gracias a Dios!! Aunque claro está que no me queda más remedio que plantearme qué es lo que buscaban o con qué se conformaban los asistentes.

Desde mi papel de observadora, que era lo que realmente me llevaba por allí… me pregunto ¿qué es lo que buscamos? ¿qué es lo que busco? ¿Hay algo en mí que por un momento creyó que podía estar allí mi media naranja? ¿No era en el supermercado en la sección de congelados? Sí, lo confieso. La búsqueda es inconsciente pero allí no se detuvo. Mientras paseo por las nubes está el hombre ideal, el compañero de vida. No perfecto, sólo a mi medida. De vuelta al suelo, y casi en los infiernos, veo todo lo contrario. Alguien que no existe, que no existirá, un molde imperfecto; una persona a la que conocer detenidamente a alguien le supone un problema más que una solución. Lo mejor será caminar por el Limbo, el que yo me invente ya que la Iglesia ha dicho que no existe.

La fiesta de solteros debería tener otro concepto. Ser en verdad una fiesta de solteros para celebrar que lo estamos. Que disfrutamos de la vida de manera individual. Ni mejor ni peor. Diferente. Aunque la sonrisa no me valga para luchar contra leyes sociales como las que marcan que siempre llevemos los dos zapatos iguales…

09 febrero, 2008

Con el pie levantado... al pasado le digo adiós

Como un oso. He pasado todo este tiempo hibernando… pero de manera un poco diferente al de este mamífero carnívoro plantígrado. He desaparecido pero sin estar dormida, ha sido como caminar entre opiáceos.

También me he convertido en una especie de vampiro, animal nocturno que disfruta de cada noche, cuando se pone la luna… La pesadilla empezaba con la llegada del sol. Anulada.

Han sido meses de muchos cambios, también de cambios de tendencias, incluso de zapatos… Los chapines rojo escarlata me llevaron por el camino de baldosas amarillas en forma de lingotes de oro. Los zapatos comprados en los mares del Sur se rompieron de tanto usarlos, aunque a veces no hay que quererlos mucho, sino quererlos bien. Y los saldos, este enero, no fueron gangas sino una especie de objeto de deseo, un gran capricho encontrado en medio de una nube de humo que dio aire en vez de asfixiar. Pero el humo, al final es sólo vapor. Ni tocar ni guardar en un frasco de cristal.

Ahora empiezo de cero. Es un CERO con mayúsculas. El camino no está definido, ¿pero cuándo lo ha estado?!!!! ¿Podré respirar al fin?

Hay una caja que tiene una abertura a través de la cual intento ver lo que hay dentro. No está mal, es una pieza atractiva pero es como algo que ya compré en alguna ocasión. ¿Dónde queda lo nuevo?

Hay otra caja, totalmente desconocida, sólo mostrada en el escaparate de unas aulas, que viene de importación desde el otro lado del charco. Es un par algo fetichista… pero ni siquiera sé que guarda en su interior. ¿Debería luchar contra el pecado capital de la pereza, ese que me invade desde hace tiempo?

Mientras cicatrizan todas las heridas del alma, he apostado por dar un paso más, un paso adelante, por empezar una etapa totalmente diferente a la anterior. Con la mano levantada, decir al pasado adiós. Ahora las lunas sí se han alineado. Los zapatos de antaño están ahí, guardados en un baúl, para contemplarlos pero desde lejos.