04 marzo, 2007

Fetichismo en los pies. Un año después

… Al final, una acabó hibernando metida en un zapato. Tiempo después de mi última aventura navideña (dónde quedó), se cumple un año de la puesta en escena de “Fetichismo en los pies”, que no POR los pies, esas “cosas” que tanta grima me dan. 365 días repasando las cubiertas de los pies de media ciudad… y parte del extranjero porque, en este tiempo, he hablado varios idiomas, visitado distintas ciudades y vivido el día y la noche. “Fetichismo en los pies”, con sus visitantes, también se ha vuelto internacional.

Pero siguen las historias. Pasé el trance de las “rebajas”. No lo resistí y a golpe de tarjeta me fundí medio sueldo gracias a mi mala fortuna de tener atracción para los únicos pares no rebajados de toda la tienda. ¿Qué hacer ante la novedad? ¿Conseguiré resistirme algún día a la tentación? O mejor dicho, ¿querré parar de comprar alguna vez? Creo que no.

Dos meses hibernando para no caer en la tentación. Y es que al mínimo rayito del sol primaveral, los escaparates se llenan de colores y vuelven a décadas pasadas. ¿Qué tocará en este nuevo equinoccio?

¡Dios mío! ¡Qué ven mis ojos! Si todavía camino en la cuerda floja con mis tacones de aguja imposible, ¿qué voy a hacer con las megaplataformas primaverales?, ¿dónde me las pongo? ¿Podré sobrevivir al nuevo estilo semi drag queen? Pasen y vean porque esta opción está por todos lados y nadie se escapa. ¡Sube la falda! ¡Ponte unos leggins! ¡Y móntate en cualquier zapato de tacón con cuña delante! Un plus a los centímetros para recorrer el asfalto casi por las nubes… ¿Lo conseguiré esta vez?

Mes de marzo… Mes peligroso para mi bolsillo. Es hora de ver, no sólo lo que se ha apolillado en el armario, sino, y lo que es mucho peor, ver lo que me cabe de la temporada anterior. No sé si optaré por la opción de borrón y cuenta nueva; al fin y al cabo, es otra manera de renovarse con estampados geométricos y vestidos vintage, que tanto valen para ir a trabajar o para perderse de noche. El único secreto es escoger las piezas correctas para correr hacia el metro a las 8 de la mañana o para deslizarse en la pista de baile… por fin bien acompañada.


P.D.: Ya tengo preparado mi look glam y mi vuelta a los tacones para lo que se avecina… (continuará)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jeje!! Me hace gracia comprobar cómo mi amiga Vane o mi novio no son tan raros como creía... Parece ser que hay más gente de la que en principio puede imaginarse para la que los pies no son precisamente la parte más agraciada del cuerpo. En fin, estoy segura de que cuando se lo comente a las dos personas anteriormente citadas se sentirán un poco menos "raros".
Un abrazo.

Anónimo dijo...

He descubierto este blog por casualidad y ... me encanta Nadia. Recuerdo con cariño un vuelo que hice cuando apenas tenía 22 años y una dama se paseaba sabedora de que mucha gente la contemplaba por el avión. Unas veces con el glamour de unos zapatos de salon, con tacón de aguja, ... otras descalza ... luciendo sus bellos pies ... Hoy, al leerte, la he vuelto a recordar. Un beso, Juan.