22 mayo, 2006

El último objeto de deseo

Hay dos tipos de personas: las que les encanta ir de tiendas y las que no. Yo me encuentro, aunque a estas alturas sea obvio decirlo, en el primer grupo. Y qué mejor si las compras las centramos, una vez más, en los zapatos.

Yo sí soy de las que tienen el síndrome de “finales de mes” pero, como saben, siempre hay un hueco para algún caprichillo de saldos y no me he podido resistir a lo más “in” del momento. Ahora les cuento.

Quien no padece la cuesta de enero, de septiembre o la de finales de mes es la Ministra de Cultura, Carmen Calvo. A ella por supuesto le gusta ir de tiendas y no tiene este síndrome que la mayoría de las mujeres padecemos. Y les cuento que hace unos días, casualidades de la vida, me encontraba con la Ministra de compras como el resto de las mortales en una de las “Amancios”. Sí, así se llaman por lo visto, todas las tiendas del gran Imperio Inditex, como me contaba una amiga jurista el otro día. El gran “Emporio” del coruñés Amancio Ortega tiene adeptas también en las cúpulas de los Ministerios. Eso sí, yo no veo a la Señora Calvo en Berska, pero sí en Massimo Dutti, la ”Amancio” con más estilo, lo que más se ajusta a ella. Como una compradora más, Carmen Calvo rebuscaba entre montones de ropa enfundada en un vestido años 60, de tonos beige claros, cintura entallada y falda ebasé por debajo de la rodilla. Con gafas (de leer pero no los precios) y el “manos libres” funcionando al 100%, para que los españoles sepamos que aunque la Ministra esté de compras un día de diario a las 6 de la tarde, se lleva el trabajo allá donde vaya.

Les sigo contando. Al verla, y tras el reciente piscolabis con la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet; no pude evitar fijarme al máximo detalle en su indumentaria. Con una horquilla en el pelo, muy sesentera como les digo, y bajo un gran bolso Chanel, sí, Chanel (piensen ustedes que ahora un bolso de estos está a la altura de cualquiera; yo incluso tengo uno, aunque el mío sea mini-mini y comprado en China), la Ministra caminaba con la prenda básica de esta temporada: la manoletinas. En este caso, desconozco la firma de sus bailarinas doradas, que se han convertido también en mi última adquisición, pero la Ministra emulaba a la elegante Audrey Hepburn en Sabrina, el clásico dirigido por Billy Wilder. Planas, de punta afilada o redonda, escotadas, de piel o tela, con lazo o flor, representan la comodidad con mayúsculas, ideales para una tarde de compras o aguantar largas horas en la oficina. Ideales para la vida de una Ministra como ella.

Compartidas por mujeres y hombres, aunque en ellos sea sólo en arenas de plazas taurinas, se convierten en objeto de deseo de jóvenes y no tan jóvenes para recorrer calles de grandes ciudades como Madrid. Desde Zara a Marc Jacobs o Manolo Blanik, me quedo con las de toda la vida de Jaime Mascaró.

1 comentario:

Anónimo dijo...

felicidades por tu aventura cibernética, aunque no llega a fetiche, debo decir que prefiero los pies a los zapatos. Me gusta tu estilos...
Besos
Rainier